Bernard Tramont

Nacido en Francia un 9 de noviembre de 1938, Bernard Tramont llegó a ser con el paso de los años más español que francés. Pero además fue un piloto que revolucionó el panorama de las carreras en España, sobre todo en los rallyes, especialidad en la que su gran aportación fue enseñar a los copilotos a tomar notas. Hasta entonces se iba a ojo, y con Bernard los pilotos se dieron cuenta de la importancia de tener bien anotada la carretera.

 

Si alguna ciudad ha sido carismática en el automovilismo internacional, ésa ha sido Le Mans. Y allí nació Bernard Tramont, por lo cual, que su pasión por el automovilismo fuera algo natural no era de extrañar. De pequeño, Bernard se "colaba" en el circuito de las célebres 24 Horas, y tras ver pasar a los bólidos a más de 300 km/h, se acercaba a los boxes y soñaba con ser piloto algún día. Era su pasión y hacia ella iba a encaminar sus pasos, hasta que en 1968 conseguía la victoria en las 24 Horas de Le Mans, no absoluta, pero sí dentro de la categoría en la que estaba inscrito, que por entonces se llamaba Gran Premio al Índice Energético. Su compañero en aquella carrera fue Jean-Luc Therier, que a la postre sería uno de los mejores pilotos de rallyes, y el coche ganador, un Alpine A-210. 

Tras sus participaciones en Le Mans, Bernard inició una gran colaboración con Alpine Renault, y en un momento determinado, sus pocos ahorros los invirtió en comprar uno de estos "aparatos", de los que llegó a ser un gran conocedor.

 

Su cercanía a Alpine Renault posibilitó que en 1964 se le confiara un coche de la marca para participar en el Rallye de Montecarlo, compartiendo el volante con Jacques Cheinisse, que con el tiempo llegaría a ser uno de los mayores responsables de Renault Sport.

 

Su venida a España no es por azar, ya que, en cierto modo, se le envió como embajador de Alpine a nuestro país. Contaba Bernard que la propuesta surgió de Guy Storr, que era el responsable de las actividades de Alpine Renault para el extranjero, pero sobre todo España y América Latina. Storr había hecho algunas incursiones deportivas en España y quiso que Bernard tomara el testigo en las competiciones nacionales. Bernard empezó su actividad en algunos rallyes, pero el presupuesto no daba para mucho, y a punto estuvo, con su mujer y una niña pequeña, de volver para Francia, casi "derrotado" de su paso por España.

 

En el equipo de FASA-RenaultMientras que Bernard agotaba sus días en Madrid, la fábrica de FASA-Renault en Valladolid iba viento en popa, y antes o después, además de la producción en serie, también iba a contemplarse como un valor de imagen y prestigio entrar en la competición, algo que ya algunas marcas implantadas en nuestro país empezaban a considerar. Así pues, se creó el departamento de Competición de FASA-Renault, inicialmente dirigido, y hasta su fallecimiento en un desgraciado accidente en el Circuito del Jarama, por Fernando Villamil. 

El equipo Renault arrancaría corriendo con los Alpine A-110 con el motor de 1.100 cc, no muy potente (sobre 80 CV), pero válido en relación con el peso del coche, que no superaba los 650 kg, y al que sucedería el motor 1.300, con el que ya los resultados empezaron a tomar cuerpo y con el que en un Rallye Barcelona-Andorra se consiguió la primera victoria.

 

En 1966 los éxitos se fueron consolidando, y, tanto en subidas en cuesta como en los rallyes, el equipo de Renault era uno de los más sólidos y Bernard uno de los pilotos más rápidos del panorama nacional, como lo demostró en las subidas a los puertos de Canencia y Morcuera, en Madrid, en los que batiría todos los récords establecidos hasta la fecha.

 

 

En 1967 el automovilismo nacional va en clara progresión. La participación en los rallyes, y también en los circuitos, crece, especialmente cuando ese año se pone en marcha la pista del Jarama. Es también el año de Bernard Tramont en los rallyes, ya que se proclama campeón de España, éxito que vuelve a repetir en 1968, cuando gana el campeonato absoluto en la categoría de Gran Turismo, y un joven piloto incorporado ese mismo año, Alberto Ruiz Giménez, consigue con un R-8 Gordini también el título en la categoría de Turismos.

 

En esos años, además de correr, Bernard Tramont, ya plenamente integrado en la vida española, es un gran maestro para todos. Lo primero que transmite y enseña es a correr con notas; a hacer el recorrido antes de un rallye sin tener que dar muchas vueltas para memorizar las curvas, que los copilotos empiezan a anotar en un bloc, dándoles una numeración de menos a más, dependiendo del ángulo de las mismas. También les hace considerar los metros entre curva y curva, de la misma manera que empieza a organizar la parte correspondiente a las asistencias, utilización de diferentes neumáticos, etcétera. En definitiva, Bernard se convierte en el gran maestro de unos y otros.

 

 

Unos años muy tristesLas alegrías y los títulos que Bernard Tramont sumó en esos años tuvieron también una parte muy difícil en su carrera deportiva. Fueron dos desgraciados accidentes que marcaron su vida. El primero sucedió en el Costa del Sol de 1968, cuando era copilotado por Luis de Baviera. Este rallye había partido de Sevilla, de un circuito urbano en el que Bernard al esquivar un coche que había hecho un trompo tuvo que subirse por un bordillo, pinchando las cuatro ruedas. Poco después había varios tramos de velocidad en carretera, uno de los cuales transcurría entre Motril y Almuñécar. El hecho es que en una curva, Bernard nunca pudo saber exactamente cuál fue la causa, el Alpine que pilotaba golpeó contra algo, saltó un quitamiedos y se precipitó por un barranco, impactando contra un pino. A resultas del impacto, Bernard vio cómo uno (el delantero) de los dos depósitos de gasolina que llevaba el coche se desprendía, bañando todo el interior de gasolina, produciéndose acto seguido una explosión que incendió todo. Bernard, que tenía un pie bloqueado, consiguió salir en última instancia, pero no así Luis, que, atrapado entre el coche y el pino, falleció en el accidente. Para Bernard supuso un serio golpe del que poco a poco iría recuperándose, hasta encontrarse de nuevo con la fatalidad en el año 1970. 

El segundo accidente mortal sucedería en el Rallye Bosch, en Bilbao. Bernard corría entonces con Jaime Segovia como copiloto, y en aquel rallye habían hecho los reconocimientos con un Renault 8, que no era lo mismo que el Alpine 1300 con el que días más tarde iban a participar en la carrera. Bernard, hace años, nos recordaba que probablemente el error estuvo en la anotación de una curva, que con el R-8 se podía tomar a fondo, pero no así con el Alpine. El hecho es que el día del rallye, en una curva rápida a derechas, Bernard trazó muy fino y muy justo, con tan mala fortuna que el Alpine fue a encontrarse con un caserío que estaba justo en el vértice de la curva; impactó de lleno contra la esquina de la casa y el Alpine se partió en dos. El golpe, todo en la parte del copiloto, fue tan seco que, Marc Etchebers, que venía detrás copilotado por su mujer, Marie Christine, médico, nada pudieron hacer por Jaime, que murió en el acto. 

 

Estos gravísimos accidentes, que Bernard tuvo el valor de rememorar hace unos años en una entrevista, determinaron poco a poco su abandono de las carreras. Aun así, todavía en 1971, participó en algunos rallyes gracias al empuje y el ánimo de un copiloto único como pocos, Ricardo Antolín. Y justo un año después de la pérdida de Jaime, Bernard y Ricardo participaron en ese mismo rallye, que casualmente pasaba también por el mismo punto del accidente, y con una nevada impresionante y la astucia de Bernard, que montó neumáticos claveteados, consiguieron ganar, por delante de Alberto Ruiz Giménez.

 

Fue esta temporada de 1971 la última de Bernard como piloto de rallyes, siendo a partir de ahí integrado en el departamento de Ventas de Renault, hasta que poco después, tras la desaparición de Fernando Villamil, Bernard Tramont fue nombrado responsable máximo del Deporte en Renault. Desde este puesto hizo grandes cosas. Siguió fomentando las Copas Renault y el departamento de Rallyes, y muchos pilotos le deben parte de su carrera deportiva, gracias a los apoyos que en los momentos iniciales, los más difíciles, recibieron de Tramont. 

 

Entre otras cosas, Bernard tuvo la agudeza de ver el talento que había en Carlos Sainz, al que fichó para su equipo, donde Carlos consiguió grandes éxitos. 

 

Bernard Tramont nos dejó hace unos años, víctima de un tratamiento médico equivocado, pero, hasta entonces, fue uno de los grandes de nuestro deporte del motor, sobre todo porque enseñó mucho a todos los que, de una u otra manera, creyeron en la competición. Hombres así no se dan todos los días."

 

 

 

FUENTE: "TODO RALLYES"